

Hasta el día de hoy, la Lycoris radiata es asociada con la pérdida, el abandono y los recuerdos en el idioma de las flores. Se dice que si conoces a una persona que nunca volverás a ver, en tu camino crecerán estas flores.
Otra leyenda sobre esta flor cuenta que, cada vez que un amor termina, una lycoris radiata crecerá en alguna parte, probando que, aunque el amor existió, ya está olvidado y ha cesado de existir, dejando por el camino bonitos recuerdos.
En China se dice que hay existe un río en el submundo que separa éste del mundo de los vivos. Cuando un muerto cruza el río para legar al submundo, todos sus recuerdos del pasado desaparecen. Estas flores crecen en la orilla del río para traer una última vez todos esos recuerdos hermosos y agradables a los muertos con su aroma.
Cuenta que
un joven monje budista, dedicado al estudio y la meditación, vio cierta vez en
el templo a una joven de mirada dulce que iba de visita una vez cada año para
orar honrando a Buda, y quedó enamorado de ella.
Cuando la joven se iba del templo se comenzó una lluvia torrencial que la hizo refugiarse debajo de un árbol, mientras que el monje la miraba desde el templo.
Pasó la lluvia y la chica se fué, pero el joven se quedo pensativo, ya que no podía olvidar a la bella muchacha. Tres meses y diez días antes que la joven volviera al templo, el monje enfermó gravemente de tanto amor, antes de morir cuentan que de su boca salió sangre. Fue enterrado en un lugar soleado de la colina cerca del templo.
El siguiente otoño, cuando las primeras lluvias, apareció sobre su tumba una flor roja, que representaba la sangre del monje. Es así que en los alrededores de los templos budistas prospera esta flor alentada por las lluvias y el sol de otoño.
Cuando la joven se iba del templo se comenzó una lluvia torrencial que la hizo refugiarse debajo de un árbol, mientras que el monje la miraba desde el templo.
Pasó la lluvia y la chica se fué, pero el joven se quedo pensativo, ya que no podía olvidar a la bella muchacha. Tres meses y diez días antes que la joven volviera al templo, el monje enfermó gravemente de tanto amor, antes de morir cuentan que de su boca salió sangre. Fue enterrado en un lugar soleado de la colina cerca del templo.
El siguiente otoño, cuando las primeras lluvias, apareció sobre su tumba una flor roja, que representaba la sangre del monje. Es así que en los alrededores de los templos budistas prospera esta flor alentada por las lluvias y el sol de otoño.
Es una creencia popular que en Corea, quien cultiva esta flor en su jardín, no será afortunado en amores, ya que ella representa el amor imposible o el amor no correspondido.
Según otra
leyenda, el alma se separa del cuerpo sin saber que esta persona haya muerto
hasta el ángel del muerto viene para llevar el alma de vagar al
tribunal de juicio. Entonces, el alma tendrá que pasar el Camino del Infierno llena de la Flor de Infierno.
Esas flores dan al alma la última oportunidad de ver todas las memorias de su
vida pasada, hasta el Camino del Infierno llega al
Arroyo Amarillo. En esto
punto, el ángel deja el alma a la Señora Mangpo que manda
el alma a tomar el agua amarga del Arroyo Amarillo. Después de tomar
el agua del Arroyo Amarillo, el alma se olvida todas cosas de su vida pasada y está
listo de cruzar el otro lado del arroyo. Por eso, la
Flor de Infierno también se conocida como “Flor de la Otra Orilla”.
Al llegar a la otra orilla del Arroyo Amarillo, el alma tendrá que
continuar el viaje al tribunal de juicio donde recibe el juicio
final según todos que hizo en su vida pasada. Cambien el
juicio se determine la vida próxima del alma. En Japón el
tiempo que L. radiata florece coincida con la “Fiesta
de los Antepasados”
Otras
leyendas dicen que cuando ves a alguien que puede que
nunca vuelvas a ver, estas flores, también conocidos como lirios de araña roja,
florecerán a lo largo del camino. Quizás a causa de estas leyendas
tristes, los japoneses utilizan a menudo estas flores en los funerales.
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